Desde inicios de marzo, se registró un cambio hacia un escenario más adverso para la economía global fuera de China frente a la propagación de la epidemia del Covid-19. La angustia ha generado parálisis en la actividad de varios sectores y en las economías de distintos rincones del planeta, debido a los pronósticos a la baja en las estimaciones de la actividad económica por parte de varios agentes y movimientos de temor en el mercado.
Una de las principales razones que explican el impacto económico del COVID-19 es el peso de China en la economía global. En 2002, su tamaño en la economía global pasó de un 5% a más de 17%, su industria creció de 8% a más de 20%, el comercio internacional de 4% a cerca del 11%, el turismo de 1% a 10% y en flujos de Inversión Extranjera Directa de 2% a cerca de 8%.
A su vez, China representa una gran parte de la demanda de materias primas: entre un 40% - 60% de la demanda mundial de aluminio, cobre, níquel, zinc y cerca del 15% del petróleo del mundo.
La propagación del COVID-19 ha coincidido con otro evento inesperado: la caída del precio del petróleo por las fallidas negociaciones de los integrantes de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) y sus aliados. El efecto económico del Coronavirus se mezcla con la caída del precio del petróleo, lo que ha deteriorado las expectativas de crecimiento para el primer semestre de 2020.
En el mes de febrero, la caída de las manufacturas en China fue comparable a lo que se vivió en la crisis financiera de 2008-09, además que la caída en el sector de servicios ha sido más grande. Como muestra, el índice Baltic, que mide los fletes marítimos de carga a granel y la cantidad de contratos de envío de mercancía, cayó como no se veía desde la anterior crisis financiera, superando lo que habíamos observado en otros eventos de gran impacto, como el 9/11 y las epidemias del SARS y el H1N1.
Los efectos del coronavirus en la economía global implican choques de oferta y de demanda. Por el lado de la oferta, el efecto en los trabajadores y el impacto en las empresas por los esfuerzos de contener el virus. Y por el otro lado, la demanda y el impacto en los países más afectados debido a los menores ingresos, pero en especial el miedo que ha hecho que las personas sanas y fuera de las zonas más afectadas se contagien de desconfianza y gasten menos.
Buena parte de este gasto no se recuperará hasta más adelante, por lo que tendremos un impacto desfavorable en la economía y en las empresas. Por ahora, consideramos que el impacto en la economía China podría ser mayor a 0.5%, lo que haría que el crecimiento sea menor al 5% en 2020 y hará que la economía global crezca menos que en 2019 (2.9%). Sin embargo, será crucial la respuesta de las autoridades para evitar un impacto mayor.
En la medida que el miedo se extienda, el mayor riesgo es que las condiciones de liquidez se aprieten, lo que podría exponer algunas vulnerabilidades financieras. En consecuencia, la oferta de crédito podría afectarse, exacerbando el golpe en la economía. Con la experiencia de la crisis financiera pasadas, varios gobiernos han implementado algunas medidas, pero por culpa de políticas proteccionistas o nacionalistas los esfuerzos no han sido conjuntos ni coordinados, disminuyendo su oportunidad y efectividad.
Adicionalmente, debemos tener en cuenta que estos dos eventos inesperados se presentan en la parte tardía del ciclo de crecimiento de la economía estadounidense, lo que ha incrementado su impacto, afectando el sentimiento de confianza de los consumidores e inversionistas. Por si fuera poco, otro elemento que magnifica esta hecatombe es la propagación de rumores. El Covid-19 y la caída en el precio del petróleo tienen efectos que aumentan la infección de pánico y miedo incrementando los estragos en la economía.
Esperamos que el virus, así como se desarrolló y se aceleró, se apacigüe y se esfume lo más pronto.
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